viernes, 19 de agosto de 2011

Cafeína con sabor a te.

Ella no te suele avisar. Aparece sin más en mitad de la noche. No llama. Tiene llaves de tu casa. Se pasea por sus habitaciones como una poderosa cazadora de la antiguedad. No porta arco ni pecho al desnudo. Le bastan sus manos para desgarrarte. Hacía tiempo que no me visitaba de esta forma. Hace tanto tiempo que olvidé tantas cosas que no sé si me prometió que regresaría. No le puedo guardar rencor. Ella es asi de caprichosa.

No puedo hacer nada para evitarlo. Ni lo deseo.


He sacrificado su presencia por las noches en blanco. Necesitaba dormir de vez en cuando pero parece que me ha encontrado y no sé hasta cuando tiene pensado quedarse aquí, a mi lado.

Aprovecharemos el momento como siempre. Llenaremos la mesa de papeles garabateados, cambiaré las cuerdas y afinaré el piano. Tengo todo lo necesario.

Habia olvidado describir lo cotidiano. Se acaba el verano por fin. El invierno se acerca. Volvemos a tejer historias. Ojalá hubiese un botón de apagado para poder estar ahora en mi cama y no aquí enganchado.

Se presagian nuevas aventuras. Nuevos caminos no explorados. Alternativas creativas. Es hora de lanzarse y calmar nuestra sed.


No hay comentarios:

Publicar un comentario