martes, 19 de mayo de 2015

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Recientemente tuvimos un encuentro en la 3ª fase. No sonaba nada parecido a John Williams pero el efecto fue casi parecido.

Volvíamos a Ourense después de dos años tras nuestro anodino último concierto en la Sala Auriense. Digo anodino por las sensaciones que se pegaron a mis dedos aquella noche. Sonido viscoso, desvirtuado. Tocas pero no te sientes a gusto. Las tablas te permiten con el tiempo ignorarlo poniendo buena cara al mal tiempo.

Si existe el azar y las posibilidades, la noche pasada en la Sala el Sótano reventamos la banca. Cuerdas rotas, poltergeist en el bajo y en la voz. Tuvimos que parar en dos temas, bueno…uno lo acabamos sin guitarra. Que en medio de unos temas la voz desaparezca sin motivo aparente tampoco nos extrañó. En fin, una serie de cosas que jamás nos habían ocurrido seguidas y en el mismo concierto. 

De todo se aprende. Pusimos nuestras mejores sonrisas y terminamos con la mayor dignidad posible haciendo que el público al menos se fuera para casa con la sensación de no haber tirado con el dinero. Nada que reprocharnos. Cada vez tenemos las espaldas más anchas. El público entendió a la perfección lo que pasaba notando nuestro esfuerzo para mantener a flote el barco.

Lo duro viene después, camino a casa en la furgo. Piensas en lo que fue, en lo que no fue. Piensas en tus errores. Al final desechas todo. Te concentras en mantener el coche en la carretera, llegar a casa, apagar la radio, dormir.

Te acuestas pensando en como tocaste en una sala que estaba al lado justo, ni 50 metros de un festival al aire libre homenaje a ACDC, gratuito. Ourense. 26 grados de noche. Cierras los ojos sonriendo.

Hay noches en las que todo está destinado a reventar la banca.

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