A la tercera fue a la vencida. Nueva
incursión en el morrazo, la
Salason para ser más exactos. Compartíamos escenario con la banda local Onion Smile, muy
a tener en cuenta en el futuro, con un sonido que por momentos recuerda a
Interpol. Mucha calidad.
En nuestra anterior aventura con los Cerebral
(Sevilla) no llegamos a las diez personas pero en esta ocasión nos encontramos
con la agradable sorpresa de contar con una sala bastante concurrida. Así da
gusto tocar.
Somos temperamentales sin complejos. Nos venimos
arriba cuando hay aforo, sea hostil o amistoso. Nos lo creemos y salimos a
liarla un poco.
Desde el primer acorde se notaba que esa
noche era nuestra. Daba igual que hubiera gente sentada con cara de “mucho
ruido, que horror”.
Es una sensación muy grata tocar para una
sala llena. Te hace todo más fácil. No existen nervios del antes de. Ya no. Mi
única preocupación es tratar de pasarlo bien. Curioso pensamiento este. Depende
siempre de uno mismo.
A pesar de acumular el cansancio de una larga
semana llena de historias como siempre, como por arte de magia, en el momento
de pisar el escenario todo eso se desvaneció. Los demonios habituales se
escondieron en sus agujeros y dejaron sitio para otro tipo de personajes
internos.
Nos olvidamos de conciertos anteriores donde
no fuimos más que una imagen distorsionada de nosotros mismos. Solo hubo
espacio para buenas caras, rock y ganas de tirarme sobre la batería. Algún día.
Hemos conseguido quitarnos una espinita más.
Ahora toca asaltar Pontevedra. Seguimos rodando como cantos rodados cuesta
arriba.
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