jueves, 19 de mayo de 2011

La Fábrica



Existen viernes y viernes. Este era especial. Después de muchos años a pie de pista escuchando auténticos himnos íbamos a tener la oportunidad de pisar el escenario dónde auténticos monstruos dejaron su firma. Sí, excitación. Han pasado días pero sigo con su buen sabor en mi boca.
Lo malo de tocar en un viernes es que se trabaja, con lo que no llegas muy fresco al evento. No importa. Todo tiene remedio. Fuimos como el metro de Moscú. Puntualísimos. Nos recibió Eladio. Todo cortesía, las cosas son más fáciles. Nos relajamos. Ambiente electrico. Imaginaba la sala llena desde encima del escenario, viajaba en el tiempo lo suficiente como para saber que todo iba a salir bien.
Lo malo de montar tú un equipo entero es que no tardas mucho en ponerte a ayudar al bateria. Es lo peor y más engorroso pero no queda otra. Eso sí, una vez montada olvídate del silencio.  Llega el momento de probarlo todo. Humedecemos algo nuestra garganta. Conecto los cables a mi ampli y PUM! olor a quemado y muerte. No suena nada. Empiezo a revisarlo todo, nervios. Me cago en muchos nombres propios, ninguno familiar mio. Esto no puede estar ocurriendo. Puto Murphy. Revisamos otra vez todo. El cabezal parece que funciona pero no hay forma de arrancar un gemido. Eladio aporta rápidamente una solución. Conectamos una caja de inyección y adelante. Suena muy bien. Potente. Probamos todo. Nota alta. Vamos sobre la hora prevista. Sin tiempo apenas para nada. Es hora de comer algo. Hablamos algo antes de bajar del escenario. Pulimos temas pendientes. Pagamos nuevamente la novatada. No me canso de ser un novato. La experiencia es una mierda y un grado. Por lo menos en mis manos. Recuerdo Matrix. Mierda!
Salimos a por la merecida cena. Me encuentro con caras conocidas. La calle es un hervidero de sorpresas. No puedo evitarlo y sonrio a pesar de mi humor de perros. Hay lugares donde las buenas intenciones son suficientes para curarme.

San Amaro. Comida de la tierra. Nudo en el estómago. Cara sonriente aparece. Bebo y bebo. No me entra nada sólido. Decido marcharme. Tengo el ritual del silencio antes de un concierto. No pido que lo entiendas. Cada uno es como es. Dejé la túnica colgada hace tiempo y el martillo para dictar sentencia es ahora un bonito pisa papeles sobre mi mesa. No paro de escuchar opiniones. Es gratis. Hablar sale barato aunque para los que nos gusta escuchar resulta un tanto vacio. 

Llega el momento. La presentación. Monólogo. La sala parece llenarse. No tengo pulsaciones. Risas y más risas. Bien Ra, poco a poco, pasito a pasito. Los tienes. Aplausos. Es la hora.

Las luces del escenario me ciegan un poco más. Tan sólo distingo a cara sonriente. No es complicado. Nos centramos. Enchufamos todo. Tímidas sonrisas, después de tantos años volvemos a escena. Una realidad. Un parto. Ha sido duro pero momentos así merecen la pena. Nos olvidamos de las piedras del camino. No tengo estómago y lo agradezco. Primeras notas. Todo suena perfecto. Me siento cómodo. Bruno es un buen escudero. Apenas veo molinos de viento. Tan sólo caras sonrientes al son de Polo, Iván y Neno. Vamos a dejarnos llevar esta noche.

Noche perfecta. Gracias a todos. Merece la pena hacerlo.

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