martes, 25 de junio de 2013

Si las cuerdas se rompen.





Supongo que será algo común. No somos especiales, aunque si te lo propones, seguro que tienes algo único que ofrecer. Hace años me hablaban de la mediocridad. No creo en ello salvo que en realidad te creas que no puedes ofrecer algo. Es cuestión de proponerlo. Si no lo propones, si te conformas, entonces, sí.

        Buenos días mediocre.

No quiero hablar de eso. Quiero hablar de lo común que es en un grupo las despedidas como antesala de una bienvenida. Suele ocurrir. Cuestión de convivencia.

A lo largo de la vida es una constante, no sólo en un grupo, sino en tu vida privada. Idas y venidas.

Nos ha tocado vivir nuevamente un periodo no grato os lo aseguro. La gente viene y se va, nos deja un poso que según el filtro que tengas, será positivo o negativo.

Yo, por definición general, padezco de “optimismo irracional”. Veo todo de manera positiva a pesar de haber degenerado mucho. He disfrutado mucho y de paso, aprendido algo.

La vida sigue al igual que un show. El final todavía está lejos. Un grupo debe en ocasiones pararse para escuchar el silencio que queda tras un acorde final. Ese momento ha llegado. Momento de poner orden.

Existen muchos caminos. Nosotros elegimos tal vez el más largo y doloroso. No hay vencedores y sí vencidos. Estas despedidas se suelen llevar algo de uno. Un “si quizá…”, pero como decía antes, nos abrimos a nuevos futuros, tal vez mejores o peores, dependerá de nosotros nuevamente.

Una segunda oportunidad de hacer las cosas mejor. Es cuestión de ceder un poco y buscar un punto de equilibrio, te guste o no.



lunes, 17 de junio de 2013

Tócala otra vez...


Estamos atrapados en un vinilo, antiguo. Cada vuelta de ciclo una aguja nos raja de arriba abajo poniendo nuestro mundo del revés. Nuestros gritos, conocidos, son la melodía perfecta para el error.

Giramos y giramos sin parar en el interior de este vinilo de errores. Da igual la velocidad. Tarde o temprano, volvemos a pasar por el mismo lugar.

Imagínate en el tren de un niño pequeño, vuelve a tu infancia. Reconstruye el breve trayecto circular de ese tren con dos vagones. Imagínate en su interior contemplando sin remedio, el mismo paisaje. Sí, las puertas están cerradas, es plástico. ¿Qué pensabas?

Lo mismo ocurre en la vida de un grupo...girar y girar sin remisión hasta llegar al mismo punto de partida al que prometiste no regresar jamás. Tócala otra vez...sorpréndeme si puedes, con otro final.






sábado, 15 de junio de 2013

Descensos



Abres los ojos  y te encuentras en un pequeño espacio, rodeado de señales de anteriores turistas. La pared está llena de “te quiero” y números de teléfono que nadie utilizará jamás.
El olor es una mezcla de orina y excrementos.  Mi nariz se acostumbra pronto. No tengo prisa.
He descendido a un infierno.
La única luz que percibo es la de la escotilla por la que he caído. No la alcanzo. Está muy lejos. Como cada uno de nosotros, cada vez más lejos. La edad nos vuelve usureros del tiempo, banqueros que exprimen hasta la última gota el factor ego. En mi caída, quedaron muchos cadáveres por el camino. Sin un hasta luego, ni una sepultura digna.
Contemplo mis manos manchadas. Resecas. Las cuerdas se quedarán presa de ellas. Soy bueno haciendo nudos, aficionado atando cabos en los ratos libres.
Lo bueno de caer es que tienes que levantarte. No tienes otra alternativa salvo la de rendirte, y esa la dejaremos para más adelante si la edad termina por consumirme.
La poca claridad termina por apagarse. No queda nadie. Estás sólo. Te imaginas estrellas para hacer de tu soledad un lugar más cálido. Olvidas que su luz está muerta desde hace años, tal vez centenares. Es fría. Vuelves a encontrarte sólo.
Pienso en ti y en los demás. La melancolía trata de arrinconarme. Recuerdo las sonrisas y los buenos momentos. Tomo ventaja. Gano el duelo. Me siento un poco menos yo, más nosotros.
Recuerdo cuando nosotros lo era todo. Cuando el compromiso al nosotros impedía el paso a las sombras que nuestros cuerpos proyectaban contra la pared de nuestro refugio de arañas y goteras. Nuestro refugio atómico, donde las penas no podían escapar sin la debida letra.
Cada vez estos recuerdos parecen más lejanos. Miro hacia un lado. Un espejo fracturado por mil desilusiones  alcoholizadas me refleja tu imagen y la suya también. Estamos todos atrapados aquí, en este extraño lugar llamado infierno.
Fíjate lo perra que es la vida, que sentido del humor tan fino que hasta me arranca una sonrisa.

Al final, “nosotros” no somos tan distintos. Hacemos un último brindis ante los espejos quebrados. Nos despedimos. Adiós , hasta que alguien nos rescate de nosotros mismos.



miércoles, 12 de junio de 2013

Quemaré el mañana

Quemaré el mañana, sin más espacios. Nos volveremos a encontrar quizás. Y nadie nos hará daño.
Volveremos a girar, cada uno preso de si mismo, aspirando el polvo, hundiéndonos un poco más.
Es duro verse así, dentro de la urna, marchitos, sombras sin un quizás.
Aparcaremos los ju egos, y miraremos atrás.
Si me preguntas por un sueño, sería este, contigo, nada más.
Lejos, escuchando el mar, donde los gritos de las gaviotas suelen jugar libres, 
vacíos, pequeños, inocentes, sin maldad.
Quemaré el mañana, sin más espacios. Nos volveremos a perder quizás. Sin miedo a la oscuridad.